sábado, 29 de mayo de 2010

Me miran raro


La gente se me queda mirando, de forma rara y asqueada, cuando entro en una iglesia, capilla, procesión con mi cámara. Será por las barbas, será por las rastas, será por las pintas.

Pero a mi me gusta; para unos es lo más grande echo madera, para otros, maniquís revestidos de oro. Los partidarios de estos suelen ser peperos de águila en el pecho (bien tapada por su chaqueta de turno), los detractores mis amigos; y seguramente me caeran bien por ello, para saber que hay un tema en el que pensamos distinto.

Puede que sea simple idolatría, pero a mi gusta, sigo emocionandome como un niño cada Miércoles Santo sobre las 9 de la noche cuando le toca a ella, me caliento la cabeza cuando veo banderitas de España, y donde estén esos momentos robados a solas por la mañana poniendo alfileres...

Es algo raro. Pero creo que es de las pocas cosas que me hacen diferente. Soy como el ornitorrinco, restos dispares que nadie comprende que hacen juntos, de todo tiene que haber en la viña del señor.

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