domingo, 26 de junio de 2011

Latir

Había una vez un pequeño corazón que nació a mediados de primavera. Como todos los corazones, necesitaba mantenerse caliente, para , llegado el día, comenzar a latir.
Pero a medida que pasaban los días, meses y años, parecía que estaba decidido a mantenerse aletargado, ya que comenzar a latir era algo que, en parte, le aterraba por los tremendos riesgos que esto conllevaba.

Había muchos que se habían vuelto completamente locos sin haber terminado de completar la primera fase y otros tantos que estaban inmersos en la más profunda soledad al haberse terminado el ritmo. Sólo unos pocos tenían las agallas (y, cómo no, un poco de suerte) para adentrarse y darle un buen final a su periplo.

Por eso, decidió mantenerse cerca de los demás corazones, ya que con su presencia y amistad se encontraba tan feliz que había llegado ha olvidar la importancia de latir; ahí encontraba siempre el calor que le hacía falta y con eso le bastaba.

De vez en cuando se dejaba llevar un poco por los latidos que florecían dentro de él, pero la experiencia le resultaba al final tan amarga que los encerraba y tiraba la llave para evitar tener que volver a encontrarla. El miedo ha acabar mal le podía y ahí se encerraba. Le rodeaban los mejores corazones, y aunque ellos le animaban a que despegara, no veía claro el camino.



Pero un día todo cambió.

Sentía que debía avanzar, crecer y, por lo menos, darle una oportunidad. Sentía que había llegado el momento y que ya era lo suficientemente fuerte para afrontar todos los achaques y contratiempos del camino.

Había llegado la hora de comenzar a latir y ser un corazón de verdad.

lunes, 18 de abril de 2011

Reflex nº1

No sé por qué, pero es una cosa que suele pasar siempre que estoy en mi pueblo.
Me tomo demasiado a pecho las cosas.

Y viene tan rápido que la mitad de las veces ni te fijas en los detalles del camino.
Para ser un pueblo, todo me parece demasiado pasajero. Quizás es porque ya lo tengo muy visto.

martes, 21 de diciembre de 2010



... y entonces, acompañando el susurro de nácar, su agitada alma revoloteó por la sala, sin incordiar ni resultando ostentoso, sino con un movimiento grácil y puro, de tal calibre, que los asistentes no podían dejar de frotar sus incrédulos ojos.



Tal era su gozo que, al terminar la melodía, expiró como si cantara por última vez su pequeño corazón.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Más vale una imagen que mil palabras


Señoras y señores, en estas navidades regalen duchas vaginales.

Créanme, hay demasiada gente que tiene arena en la vagina debido a que alguien fue hace poco a la playa.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Aprendiendo a volar


Después de poder verme salir volando por la luna del coche de un colega... te puedo decir que me siento más bastardo que nunca.
Como ya dice Francisco Morales, ignoramos que podrá pasar, mirar pa'atras para nosotros es como volver a empezar y no sabemos porqué nos alejamos de los demás.

A fin de cuentas, mis colegas son los que fallan y no se rinden.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Por los que estuvieron




''El fondo del mar es oscuro y frío, por eso es hora de que nos despidamos''.

Siempre es doloroso perder a alguien, es algo inevitable en la vida, con lo que hemos de convivir desde pequeños. Es más, muchas veces creo que, instintivamente, ir perdiendo a los miembros más viejos de la familia cuando somos pequeños es algo necesario en el proceso de la madurez, para así ir fortaleciendo el corazón para cuando uno esté, como quien dice, solo.



Pero... ¿y lo bonito que es el recuerdo?


Las aventuras siempre se quedan así, es mejor recordar y vivir que negar y sufrir.
Llámalo como quieras, pero al menos, llámalo.